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miércoles, 13 de febrero de 2019

Prueba: SEAT 600E de 1971


En este blog intentamos probar los coches más interesantes del mercado nacional actual, pero siempre que podemos probamos también coches que están en la memoria colectiva del país.


Y si hay un coche que forme parte preferente de esa memoria es el SEAT 600. En esta ocasión de trata de un 600 E de 1971 en un estado de circulación bastante aceptable aunque lejos de la perfección del detalle.

Interior y equipamiento del SEAT 600 E


El 600 es un coche espartano casi al mismo nivel que el Citroën 2CV. Nos olvidamos de reposacabezas, apoyabrazos en las puertas o de velocidad intermitente en el limpiaparabrisas, esos son lujos totalmente innecesarios. El cuadro de instrumentos apenas cuenta con el velocímetro, indicador del nivel de combustible y tres testigos luminosos de la presión de aceite, carga de la dínamo y exceso de temperatura respectivamente. En el caso de la unidad probada tiene montado un indicador de temperatura del refrigerante puesto por su dueño (o sea yo). Además a su izquierda cuenta con otras tres lámparas, una indica el funcionamiento de la iluminación, otra es el indicador del intermitente y la última es el testigo del starter.


La habitabilidad como se puede suponer es muy justa. En las plazas delanteras es mejor de lo esperado en cuanto a anchura, altura y espacio para las piernas, pero el pie izquierdo del conductor lo tiene mal para acomodarse debido al intrusivo paso de rueda. Aparte no es muy recomendable usar calzado ancho puesto que podríamos pisar el pedal del embrague y del freno a la vez con el consiguiente frenazo inesperado.

En la parte de atrás caben dos personas a lo ancho razonablemente pero el espacio para piernas y pies es mínimo y tampoco sobra altura libre. Lógico se trata de un 600.


La calefacción es potente y calienta en pocos minutos el habitáculo pero debido al que el aire viene directamente de refrigerar el radiador trae olores provenientes del compartimento del motor. La ventilación está encomendada a las ventanas de las puertas o a los deflectores de las mismas ya que no hay tomas de aire del exterior y las ventanas traseras no son practicables.


El volante es excesivamente grande y fino, es de material plástico y duro pero es una de las señas de identidad del coche desde el primer modelo que apareció en 1957. El maletero, que está situado bajo el capó delantero, es muy pequeño y poco aprovechable. Para más incomodidad comparte ubicación con el depósito de gasolina. Por suerte se complementa bien con el hueco que hay detrás del asiento trasero.

Motor, prestaciones y consumo


El motor del SEAT 600 E es de 767 centímetros cúbicos y desarrolla 25 CV a 4.600 rpm y un par máximo de 50 Nm a 2.500 rpm todo esto bajo normas DIN hoy ya en desuso. Estas exiguas cifras le permiten alcanzar 108 km/h de velocidad máxima. Sin embargo el desarrollo de la cuarta velocidad  es de 22.98 km/h a las 1000 rpm que resulta incluso más largo que el de un SEAT 127 que tiene 22 CV más de potencia. 


El consumo es muy comedido para tratarse de un coche de hace 45 años siendo difícil superar los 8 litros en recorrido mixto. El peso del pequeño SEAT es de 614 kg, lo que sería hoy en día la parte delantera de un SEAT Ibiza. Las dimensiones son 3,30 m de longitud, 1,38 m de anchura y 1,35 m de altura.

Prueba dinámica del SEAT 600 E


Una de las características del 600 (y de cualquier SEAT de los sesenta y setenta) es la dirección de tornillo sin fin. Su rasgo fundamental es la poca información que transmite de lo que pasa bajo las ruedas además de tener un punto muerto cuando están las ruedas rectas en el que si se mueve un poco el volante la rueda no se mueve. Esto no afecta demasiado a las trayectoria en curva siempre que vayamos a una velocidad razonable, pero si que implica manotear bastante en zonas reviradas y resulta muy raro cuando venimos de un coche moderno.


El motor del 600 E (y del D) no es el típico de los SEAT de origen Fiat a los que les gustaba ir altos de vueltas para mostrar lo mejor de su rendimiento. Este pequeño cuatro cilindros circula muy a gusto a bajo y medio régimen aparte de protestar bastante si le subimos de la zona de potencia máxima. La consecuencia de todo esto es que el desarrollo en cuarta tiene que tirar a largo por narices puesto que sino la velocidad máxima del coche no podría superar lo 85-90 km/h. Sorprendentemente al volante no se le nota sobrado de desarrollo y permite cruceros de 90-100 km/h si dar la impresión de ir forzado y con más sosiego acústico que su rival el Citroën 2CV que si lleva una cuarta más acorde a su potencia.


Los frenos que son de tambor a las cuatro ruedas y sin servo se bastan y se sobran para detener al 600 sin demasiados problemas aunque su tacto no resulta muy tranquilizador. Como en el caso de la dirección si vienes directamente de un coche moderno puede resultar incluso agobiante.

El comportamiento en carretera está condicionado por la disposición mecánica con el motor colgado por detrás del eje trasero, lo que deja la mayor parte del peso atrás y para completar es propulsión trasera. Esto último carece de mayor importancia debido a la poca potencia del coche, pero no ayuda nada a equilibrar pesos. Claro que estamos hablando de un coche básico y que tenía que ser barato de fabricar así que hay poco que objetar.


Esta configuración  conlleva unas suspensiones de poco recorrido tanto delante como detrás y su tarado es más bien duro. El 600 prácticamente no inclina en las curvas y las toma bastante mejor de lo que podríamos pensar a priori, claro que si forzamos la física hará su trabajo y se insinuará la parte trasera pero siempre avisando y bastante noblemente. La ausencia casi total de voladizos ayuda mucho en este aspecto.


La iluminación no es nada mala para ser un coche de concepción tan antigua, las grandes ópticas emiten un buen haz de luz tanto en cruce como en carretera. Lo que si acusa el paso de los años es el funcionamiento de los limpias que aunque limpian bien son claramente lentos e insuficientes en cuanto llueve un poco.

La opinión del probador


No soy muy objetivo ni con éste ni con ningún clásico popular, me gustan todos y les perdono todos sus defectos de concepción que en algunos casos son muchos. El SEAT 600 es un símbolo en España y no sólo automovilístico sino también social e incluso económico.


Como coche tiene casi todo lo que desearía un urbano, es corto, es estrecho y bajo. Su motor resulta suficiente de modo objetivo pero es obvio que en la conducción urbana actual se queda algo corto y si salimos a las circunvalaciones podemos molestar a más de un camión o autobús. Así que hoy en día el entorno ideal para nuestro pequeño icono son las pequeñas poblaciones y las carreteras secundarias poco transitadas donde se mueve sin sobresaltos y a velocidades poco sancionables por el gran hermano de las carreteras.