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jueves, 7 de marzo de 2019

Prueba: Citroën Dyane 6/400 de 1984



Los vehículos comerciales siempre han tenido peso en la historia de Citroën. En nuestro país en concreto la fábrica de Vigo empezó su actividad fabricando la Citroën AZU que fue el primer vehículo de la marca comercializado aquí por la filial española de Citroën. A día de hoy la actividad fabril incluye la fabricación del Citroën Berlingo.

Nuestra protagonista, la Citroën Dyane 6/400 es la sustituta de la AKS 400 y, al igual que el Dyane 6 respecto al 2CV, no supuso una gran ruptura con su antecesora.
La parte delantera era igual a la del Dyane berlina excepto que el techo era más alto, fijo  y metálico lógicamente. La parte dedicada a la carga era prácticamente la misma que en la AKS. Contaba con una capacidad de carga neta de 400 kg. ideal para el reparto urbano y de cercanía.

Interior y equipamiento

El interior de esta furgoneta tiene, debido a la total falta de revestimiento interior, un par de características muy marcadas. Es un horno absoluto en verano y un congelador muy potente en invierno, si a esto sumamos sus asientos revestidos de escay el panorama se vuelve cuanto menos entretenido sobre todo en verano.

El equipamiento sorprende con tres elementos no muy comunes en los coches austeros de la época: Tiene botón de ‘warning’, indicador de falta de líquido de frenos y reglaje de la altura de los faros desde el interior. Por lo demás carece de todos los elementos de confort y lujo de cualquier vehículo coetáneo con la excepción del Renault 4/4F o el SEAT Panda.
El interior es muy estrecho pero no hay problemas de altura ni de espacio para las piernas. Los pedales están bien situados pero el volante queda muy horizontal, tipo camión. Los mandos quedan en general muy a mano, mucho mejor en cualquier caso que en un Citroën 2CV. El mando del freno de mano y la palanca de cambios están incrustadas en el tablier, lo que palia en parte la estrechez antes referida.

Motor, prestaciones y consumo

Aunque con el ‘downsizing’ ya no nos sorprendan las bajas cilindradas moviendo todo tipo de coches, lo cierto es que la capacidad (que no la potencia) del motor de nuestra Dyane es más propia de las motos que de los coches.

Con solo dos cilindros y 602 centímetros cúbicos este pequeñín desarrolla 31 CV a 5.750 rpm y un par máximo de 41,2 Nm a 3.500 rpm todo bajo normas DIN. Se refrigera por aire y aceite (con radiador) y dispone de un carburador de doble cuerpo para alimentarse. La velocidad máxima oficial es de 96 km/h y su consumo se sitúa entre los 7 litros y los 9 a los 100 km en carretera y ciudad respectivamente. Su autonomía está bastante limitada por los 25 litros de capacidad de su depósito de combustible.

Prueba dinámica

La conducción de un Citroën bicilíndrico rompe con muchas de nuestras rutinas al volante de un automóvil. Su baja potencia y par, junto con su peculiar arquitectura de solo dos cilindros, provoca que el uso del cambio adquiera casi la categoría de arte si no queremos arrastrarnos por la carretera. Cuando veamos una cuesta, la tercera velocidad (15 km/h a las 1.000 rpm) ya debe estar insertada para perder la menos velocidad posible y mantener el ritmo. Si hablamos de subir un puertecito entonces el uso de la segunda será mayoritario y no veremos el velocímetro pasar de los 50 km/h.

Aún así lo peor seguramente sea la lucha contra el enemigo invisible, el viento en contra. Es esas circunstancias veremos que la cuarta no gana velocidad ni aunque tengamos ligeras pendientes a favor, lo que se vuelve algo frustrante. Esto tiene su recompensa si circulamos con el viento a favor, entonces veremos como nuestra furgonetilla llanea a 110 km/h sin mucho esfuerzo o sube en cuarta (21 km/h a las 1.000 rpm) cuestas en las que normalmente usamos la tercera.
El comportamiento de este comercial es prácticamente igual al del Dyane 6. Sorprende el agarre en curva media y grandes rotondas sin malos modos ni sorpresas. En curva lenta si resulta más subvirador debido a su mayor altura pero de forma muy progresiva. Destacan mucho las espectaculares inclinaciones de la carrocería a poco que le provoquemos en una curva.

Los frenos son de disco en el eje delantero (situados a la salida de la caja de cambio) y de tambor los traseros. Proporcionan una frenada potente y progresiva pese al tacto algo duro del pedal de freno. La dirección de cremallera es algo pesada en parado pero muy satisfactoria una vez en marcha.
La visibilidad delantera y lateral es buena y la trasera aceptable, pero en tres cuartos trasero es mala (pese a la ventana lateral de esta versión) debido a la naturaleza de este vehículo. Tampoco los pequeños retrovisores exteriores proporcionan gran ayuda, pero es mucho mejor que no tenerlos. La iluminación es mediocre con la luces de cruce y aceptable con las de carretera, las ráfagas son de cruce incompresiblemente. De la sonoridad mejor ni hablar en un coche sin ningún tipo de material insonorizante ni aislante, simplemente resulta imposible conversar a más de 60 km/h.

La calefacción resulta potente y rápida siempre que, si el invierno es duro, le montemos la bufanda a la calandra delantera. Los asientos resultan cómodos en desplazamientos cortos pero debido a su simpleza estructural, no sujetan nada lateralmente y cansan en recorridos largos.

Opinión del probador

En este caso mi opinión de vale gran cosa puesto que soy un enamorado de esta furgoneta. Le perdono todos sus defectos y disfruto mucho de sus simples virtudes. Como iniciación en el mundo de los clásicos de Citroën es buena opción ya que se cotiza por debajo del 2CV, el Ami 6 o el Citroën 8 pero mantiene gran parte de sus virtudes. Además puede sernos útil en caso de hacer alguna visita a cierta tienda con origen en la península escandinava.

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