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lunes, 9 de abril de 2018

Historia: Ford Fiesta

En los setenta la crisis del petróleo golpeaba duramente a todos los fabricantes de automóviles. Sin embargo a Ford no le iba excesivamente mal en Europa gracias a los Escort y Capri  fabricados en Alemania e Inglaterra. Pero la marca quería más y proyectaba una fábrica en España (Almussafes, Valencia) para fabricar parte de la producción de un modelo por debajo del Escort que tomase parte de la tarta que el Renault 5 y el Fiat/SEAT 127 se repartían en el continente. Así en 1976 el proyecto ‘Bobcat’ cristalizaba en el Ford Fiesta, fabricado en España y Alemania. Se cumplen por tanto 40 años del inicio de la comercialización del urbano de Ford.


La factoría española ha resultado muy rentable para la compañía germano-americana, como lo demuestra el hecho de llegar al Fiesta un millón en 1981 y a los cinco millones de unidades en 2011, teniendo en cuenta que el resto de generaciones del urbano han sido fabricadas en más países. Todo esto aparte de haber producido otros modelos y componentes para otras fábricas.

Primera generación

El urbano de Ford medía 3,57 m de largo y 1,56 de ancho con un peso que rondaba los 715 kg para el acabado básico con el motor de 957 centímetros cúbicos, bastante más pequeño que un Ford Ka+  por ejemplo.
Llamaba la atención la amplia superficie acristalada y la destacable anchura interior. Los acabados y las posibilidades de agregar equipamiento opcional estaban por encima de la competencia. Se le criticaba que sus motores no fuesen de última generación y el uso del eje rígido trasero en lugar de suspensiones más modernas.


Las primeras unidades tenían tres niveles de equipamiento L, S y Ghia. Por otro lado la oferta de motores se reducía a dos, uno de 957 cc referido antes con potencias de 40 ó 45 CV en función de la compresión y otro de 1.117 cc y 53 CV. En 1977 llega a la gama el motor de 1.298 cc y 66 CV que equiparan las versiones S y Ghia. Era una respuesta clara y rápida al Renault 5 TS.

Las siguientes novedades mecánicas del Fiesta se dieron en 1979 y 1981. Durante el primero se presentó el Fiesta 1300 SuperSport que toma como base el 1300 S al que se le añadieron una serie de elementos estéticos (faros supletorios y elementos aerodinámicos) y mecánicos (ruedas y llantas sobredimensionadas) que le conferían un aspecto muy deportivo. Sin embargo el voluntarioso motor 1.300 no podía con tanta goma en contacto con el suelo y resultaba claramente más lento que el original 1300 S.

En 1981 Ford se propuso dar solución al tema (y al Renault 5 Copa) con el Fiesta XR2 con una estética similar al SuperSport, aunque los faros pasaron a ser redondos y las llantas tenían un diseño muy diferente. Sin embargo mecánicamente las diferencias eran notables ya que monta un motor 1.600 que tenía 83 CV, diecisiete más que el 1.300.

Y así llegó hasta 1983 la primera generación sin más cambios estéticos que los derivados de algunas series especiales.

Virtudes y defectos

Siguiendo con nuestra costumbre vamos a enumerar algunas características positivas y negativas que se destacaron en su momento del Fiesta MKI:
Virtudes
  • Consumo bajo
  • Nivel de acabado bueno
  • Visibilidad
  • Habitabilidad
  • Confort de conducción
  • Prestaciones (XR2)

Defectos
  • Desarrollos largos
  • Maletero escaso
  • Estabilidad discreta
  • Depósito de carburante ruidoso
  • Tacto de freno

Segunda generación

Vamos a hablar también, más extensamente, de la segunda generación ya que, exceptuando algunos evidentes cambios estéticos, está totalmente basada en la primera.


El cambio más evidente se daba en el frontal del coche con una forma más estilizada del capó y la adopción de faros más rasgados con el intermitente en el lado de la aleta en lugar de debajo del faro. En la parte trasera el cambio era menor, los pilotos integraban la luz de marcha atrás y el portón trasero tenía formas más redondeadas.
También cambiaron los paragolpes que pasaron de ser metálicos y con topes a ser de material plástico. Inexplicablemente no se aprovechó para proveer al Fiesta de una carrocería de cinco puertas que sí tenían la mayoría de sus rivales excepto el Volkswagen Polo.
En cuanto a las mecánicas en un principio no hubo más cambios que pequeños retoques de rendimientos pero a grandes rasgos se usaban los mismos motores de la generación anterior. En ese momento el 1.100 rendía 50 CV y el 1.300 subía a 69 CV. Sí había novedades en cuanto a las cajas de cambio pues ya desde el motor 1.100 estaba disponible la opción de cinco velocidades.
En 1984 se dio una novedad muy importante, se montó en el Fiesta el motor 1.600 diésel que levaban el Escort y el Orion. Ni que decir tiene que en el pequeño Ford las virtudes del motor diesel de 54 CV se agrandaban (como el consumo medio de menos de 6 litros) y los defectos disminuían, siendo uno de los motores más vendidos de esta generación en una época en la que no había aparecido la ‘fiebre diésel’ que nos ha dominado los últimos 20 años (más bien turbodiésel).

En 1985 llego la versión deportiva que se seguía denominando XR2 y también mantenía la cilindrada pero que aumentaba la potencia hasta los 96 CV que le daban para anunciar una velocidad máxima de 180 km/h. Siguiendo la estela de primer XR2 la estética diferenciaba bastante a esta versión del resto de la gama Fiesta. La última novedad de esta generación fue la adopción de un moderno motor 1.400 de 75 CV en 1987. También en los últimos años se ofertó un cambio de variador continuo con el motor 1.100 en una versión única denominada CTX.

Tercera generación

En 1989 se comercializaba la tercera generación del Fiesta, el cambio es total respecto al anterior, el tamaño aumenta bastante hasta los 3,74 m de largo y 1,61 m de ancho. Una de las novedades más importantes es la adopción de la carrocería de 5 puertas, la otra es que los motores potentes pasan ya de los cien caballos de potencia. Con concretamente 110 CV para el Fiesta XR2i y 133 CV para el Fiesta Turbo. A partir de 1992 estos dos motores se sustituyeron por un 1.800 de 16 válvulas con dos niveles de potencia, de 105 y 130 CV.

El motor diesel dejó de ser un 1.600 para pasar a un 1.800 de 60 CV y consumos semejantes, también tuvo versión turbo diesel de 1,8 litros y 77 CV. En esta generación se generalizó  el uso de la inyección electrónica y del ABS para los modelos más potentes y equipados. Apareció también la Ford Courier que era una furgoneta pequeña derivada del Fiesta y que ha estado presente hasta nuestro días basada en otras carrocerías y con otras denominaciones.

Cuarta generación

Apareció en 1995. Tal y como pasó con la primera y segunda generación, la tercera y la cuarta no pareció que cambiasen mucho estéticamente sin embargo Ford aseguraba que la mayoría de los componentes mecánicos y de carrocería eran distintos. Las dimensiones no cambiaron apenas, si acaso un ligero aumento de vías.

Fue la única generación que no tuvo una versión potente acorde con la competencia. Su motor más potente era un 1.600 multiválvulas de 105 CV, pero el grueso de las ventas en gasolina se lo llevaban el 1.200 de 75 CV y el 1.400 de 90 CV ambos con 16 válvulas. El motor 1.800 diésel atmosférico seguía en la gama y se añadió al final de su vida comercial un 1.800 turbodiésel de inyección directa de 75 CV. La seguridad pasiva empezó  a tomar protagonismo con la adopción del airbag del conductor.

Quinta generación

Ruptura total de diseño la que aconteció en 2002. El Ford Fiesta se empezó a parecer más al Ford Focus aunque con un punto menos de riesgo en su diseño tanto exterior como interiormente. Se generalizó el uso de motores turbodiésel de inyección directa compartidos con el grupo PSA. Se trataba de un 1.400 de 68 CV al que más adelante se le une un 1.600 de 90 CV.

Los motores de gasolina iban de los 60 a los 100 CV en las versiones normales. Porque en esta generación volvió la versión deportiva con la denominación ST. Montaba un motor de dos litros (el más grande que ha llevado un Fiesta) y 150 CV que le conferían unas prestaciones destacables. El uso de la electrónica ya invadió masivamente las funciones mecánicas y de confort del coche. También tuvo una versión automática de embrague pilotado.

Sexta generación

 Y última hasta el momento desde 2008, en un primer momento también resultó algo tímida en cuanto a versiones deportivas al contar como máximo exponente con un motor de 1,6 litros y 134 CV de buen rendimiento pero lejos de la competencia. Los motores turbodiésel siguen siendo el 1.400 de 68 CV y el 1.600 de 90 CV.

En 2013 se produjo una revolución en las mecánicas. Destacaba el uso de motores de 1 litro y 3 cilindros que ayudados por un turbo rinden 100 o 125 CV en función de la presión de soplado. Hubo novedades en los motores diésel, se recurrió a un 1.500 de 75 CV y el 1.600 sube hasta los 95 CV. La novedad más impactante fue el uso de un motor 1.600 de gasolina turboalimentado con 182 CV para lanzar de nuevo una versión deportiva que volvió a denominarse ST, incluso durante 2016 ha aparecido el ST 200 cuyo motor eroga 200 CV. También comenzó el uso del cambio automático de doble embrague con esta generación. El tamaño de casi 4 metros de longitud y más de 1.000 kg de peso hace que parezca casi más el sucesor del Ford Escort que del Fiesta original.

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